"Un mago nunca llega tarde ni pronto, llega justamente cuando se lo propone." Gandalf el Gris.
En esta ocasión hemos decidido darnos una jornada de relax y disfrutar con el perro de un paseo por cerca de casa. Nos decantamos por una vuelta a los míticos Mallos de Riglos, referentes a nivel mundial de un tipo de escalada muy particular y cuna de la época dorada de la escalada en Aragón. Aquí se forjaron personajes míticos y leyendas vivas como Rabadá, Navarro, Ursi, Jesús Ibarzo, Cintero... Gente de otra época y de otro planeta, solo hay que intentar repetir sus vías y pensar con los medios que contaban para darse cuenta de la magnitud de sus hazañas.
Podríamos hablar tanto y tanto de vías míticas como la primera al Puro, la Galletas, la norte al Puro, la Carnavalada, el Espolón del Firé, Serón-Millán...
Entre lo que atraen y que Isabel no recordaba haber estado nunca debajo de los mallos, nos dimos el gusto de cambiar los pies de gato por las zapatillas y darnos un paseo en un día agradable de temperatura por su base y luego por su parte trasera. Digo que no recordaba por que de pequeña ya estuvo con sus padres andando por aquí.
Lo malo que tiene pasear por Riglos es que se te ponen los dientes tan largos que luego tienes que volver, como así hicimos el otro día, y tirarte unos largos.
La ruta en sí está perfectamente marcada y no tiene perdida alguna, además permite disfrutar de unas vistas de impresión y de una jornada muy muy agradable. Evitad los días de mucho calor eso sí, que el sol en Riglos pega de verdad.
Los datos técnicos son los siguientes:
- Ruta circular 5,3 kms.
- Desnivel: + 385 y -385 mts.
- Altitud máx: 1024 mts.
No hay que dejar las marcas rojas y blancas hasta superar el mallo Colorao (o el muñeco de nieve que le llama Isabel), la ruta pasa justo a su derecha. Aquí vemos a tres cordadas disfrutando de sus largos asequibles, eso sí con un sol de justicia. En el propio camino que vamos siguiendo está el desvío marcado con un poste y con hitos, a la izquierda obviamente. Ahora empieza una subida constante con marcas azules, que nos dejará tras 300 mts de desnivel en el mirador de Bentuso y en una pradera de hierba arriba, ideal para tomar algo y tumbarse a lo Bartolo ( jejejeje ).
Después del descanso sólo hay que seguir el marcado descenso que nos dejará en algún otro mirador y nos llevará directos hacia los Mallos Pisón y Firé. No coger otros desvíos hacia la Peña o Murillo. Por la tarde zona de sombra en el firé y vemos a dos cordadas dándolo todo en la Directa as Cimas y en la mítica Rabadá y Navarro al espolón del Fire. Qué maravillosa y cómoda excursión para desconectar un poco al lado de casa. Bajamos sin prisa haciendo fotos y disfrutando mucho del paisaje.
Y lamentablemente se nos ha acabado la ruta. Estamos a los pies del Pisón viendo a alguna cordada bajar del puro y echándole un ojo a los Boulders de aquí y a los futuros proyectos. Los mallos son como un potente imán que te atrapa y ya no te suelta. Sólo con mirarlos crecen las ganas de subirlos. De probar su peculiar estilo de escalada. De agarrar presas por donde se ha escrito la historia de la escalada moderna en Aragón y en España. De disfrutar como los buitres del vacío bajo tus pies. De volver una vez tras otra.
Parada en el refugio a tomar una cerveza y volvemos rumbo a casa. Una imprescindible de los paseos sencillos. No os la podéis perder.
La ruta en sí está perfectamente marcada y no tiene perdida alguna, además permite disfrutar de unas vistas de impresión y de una jornada muy muy agradable. Evitad los días de mucho calor eso sí, que el sol en Riglos pega de verdad.
Los datos técnicos son los siguientes:
- Ruta circular 5,3 kms.
- Desnivel: + 385 y -385 mts.
- Altitud máx: 1024 mts.
Dejamos el coche en uno de los estacionamientos, es fin de semana y está hasta arriba. Preparamos el material, fundamentalmente los bocadillos y el resto de viandas. La vista de los mallos desde el propio pueblo sobrecoge. Ya desde aquí podemos ver cordadas en la Visera, el Espolón del Adamelo... Entramos al pueblo y seguimos la ruta de la GR1 que gira a la derecha hacia los mallos pequeños y la aguja Roja. Las vistas de los mallos, si nunca habéis estado, os dejarán con la boca abierta. Poco a poco iremos avanzando y se recortará el puro, raro es el día que no sube alguna cordada a su cima. Justamente unos estaba llegando a ella.
No hay que dejar las marcas rojas y blancas hasta superar el mallo Colorao (o el muñeco de nieve que le llama Isabel), la ruta pasa justo a su derecha. Aquí vemos a tres cordadas disfrutando de sus largos asequibles, eso sí con un sol de justicia. En el propio camino que vamos siguiendo está el desvío marcado con un poste y con hitos, a la izquierda obviamente. Ahora empieza una subida constante con marcas azules, que nos dejará tras 300 mts de desnivel en el mirador de Bentuso y en una pradera de hierba arriba, ideal para tomar algo y tumbarse a lo Bartolo ( jejejeje ).
Después del descanso sólo hay que seguir el marcado descenso que nos dejará en algún otro mirador y nos llevará directos hacia los Mallos Pisón y Firé. No coger otros desvíos hacia la Peña o Murillo. Por la tarde zona de sombra en el firé y vemos a dos cordadas dándolo todo en la Directa as Cimas y en la mítica Rabadá y Navarro al espolón del Fire. Qué maravillosa y cómoda excursión para desconectar un poco al lado de casa. Bajamos sin prisa haciendo fotos y disfrutando mucho del paisaje.
Y lamentablemente se nos ha acabado la ruta. Estamos a los pies del Pisón viendo a alguna cordada bajar del puro y echándole un ojo a los Boulders de aquí y a los futuros proyectos. Los mallos son como un potente imán que te atrapa y ya no te suelta. Sólo con mirarlos crecen las ganas de subirlos. De probar su peculiar estilo de escalada. De agarrar presas por donde se ha escrito la historia de la escalada moderna en Aragón y en España. De disfrutar como los buitres del vacío bajo tus pies. De volver una vez tras otra.
Parada en el refugio a tomar una cerveza y volvemos rumbo a casa. Una imprescindible de los paseos sencillos. No os la podéis perder.