... Todos buscamos algo en la vida, aunque creamos que no, aunque no queramos marcar lineas y queramos vivir el día a día. El sendero que nos lleva hacia delante nunca es sencillo, nunca es tan recto y claro como creíamos de pequeños, pero quizá tampoco es tan enrevesado y lleno de piedras como a veces nos parece. Debemos seguir a nuestro corazón y a nuestra cabeza, buscar el equilibrio e intentar ser siempre feliz, ser siempre fiel a nosotros mismos. Cada paso, cada acierto, cada error aprendemos, o podemos hacerlo si queremos aprovechar la lección que las circunstancias nos ofrecen. La actitud, la forma de afrontar el día a día, los problemas que nos encontramos... Así deberíamos actuar todos, no olvidarnos de lo sufrido o de lo que nos pesa la conciencia, pero no dejar que esa carga supere nuestra voluntad. Cada uno tenemos nuestra cima pero alguien me enseñó una vez que no sólo hay que disfrutar de la cumbre, si no del camino...
Cuál es el porqué de toda esta disertación, quizá os preguntáis. Hace un año que comenzó una nueva aventura en mi vida, con seguridad la más bonita de todas, y en la cumbre del Moncayo, clásica para los zaragozanos y especial puesto que fue la primera que hicimos juntos. Ahora estamos juntos y todo es más especial que nunca, no sólo la montaña.
Nos levantamos a las 5.30h y preparamos las cosas, Isabel no sabe donde la voy a llevar, aunque lo sospecha. Una vez que ponemos todo en las mochilas no tiene duda pero aún así podríamos ir a algún otro sitio. En cuanto nos montamos en el coche, se duerme y no se despierta hasta el Santuario del Moncayo. El camino no tiene perdida, de Zaragoza hasta Borja, seguimos hacia Tarazona y cogemos el desvío de Vera, de ahí hasta Veruela y luego seguimos los carteles hasta el citado Santuario. Carretera y camino de piedra.
Abre los ojos y sonríe y se alegra! Ya sabe donde está. Siempre somos felices en el monte. Sopla mucho aire, pero eso ya lo llevaba sabido de casa, la meteo lo decía claro, sol y aire. Nos equipamos y nos abrigamos bien, son las 8.30h y aún no ha amanecido del todo. Con lo que sopla eolo, la subida no va a ser demasiado agradable. Pero como hace sol y no mucho frío seguro que mejor que la vez que subimos en invierno están las condiciones.
El tramo por el bosque hasta el circo de San Miguel, como está protegido, siempre se sube muy agusto. Isabel marca el "ritmo Antón" y rapidamente vamos ganando altura. Seguimos el trilladisimo sendero hasta el pozo de San Miguel, giramos hacia San Gaudioso (o san Juan)y en una hora alcanzamos esta cima del macizo. Asomar la cabeza y soplar una aire descomunal es todo uno. Buscamos un resguardo, y nos ponemos los Gore y los guantes. La sensación térmica andará seguro varios grados bajo cero pero una vez con todo puesto aunque sigue siendo muy incómodo avanzar, lo hacemos con bastante velocidad. En 1h 15 min hacemos cima. Un poco de chocolate y un trago de agua y nos acercamos a la Virgen que hay en la cima.
Le prometí tres cosas a la virgen del Pilar si nos echaba una manita divina para estar juntos... ella cumplió con creces, y yo ya he hecho la ofrenda de flores el día del Pilar, he sacado una de las carrozas del Rosario de Cristal y me quedaba la última...
Y la cumplí, este día va a ser siempre especial y ya os enterareis todos un día de mi promesa... jejejejeje.
La bajada siguiendo la cresta de San Miguel directos hacia abajo, mucho más incómoda pero sin aire que se agradece. En una horita en el coche, y de ahí corriendo corriendo a casa que por la tarde trabajamos los dos, aunque mucho mucho más felices :)
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